El infierno respira dos veces

Una novela sobre el conflicto del Sáhara

El infierno respira dos veces es el tercer libro de la Saga Ojalá me ames, formada por cuatro novelas de amor, aventuras, intriga y acción:

SINOPSIS

Alma y Nora viajan al norte de África para buscar a Daniel y esquivar a la secta que trata de secuestrar a Alma. A la vez Alma aprovechará para entrenar su don y dominar sus pasiones, lo que le permitirá alcanzar su máximo poder. Pero no lo tendrá fácil, pues el amor es una pasión, y ella se mueve ambiguamente entre los amores de Jairo y Aziz.

En este asombroso viaje por tierras de Argelia, Marruecos y el Sáhara, con fragmentos propios de la mejor literatura de viajes, el lector se adentrará de lleno en el conflicto entre Marruecos y el Frente Polisario. La autora nos da algunas claves y nos explica el origen, pasado, presente y futuro de un conflicto que dura ya más de cuarenta y cinco años.

FRAGMENTO

«Los días se parecían demasiado. No había gran diferencia entre el ayer, el hoy y el mañana. Y sé que así continúa siendo diez años después. Nada, o muy poco, salvo la declaración de guerra, ha cambiado. Por eso me es tan fácil recordar que en Smara el sol abría sus ojos y calentaba la arena escarchada. La luz bañaba la tierra seca y coloreaba las dunas bajas. La brisa creaba el sonido metálico de las llantas colgadas sobre alambres en los corrales de la wilaya. El agua comenzaba a hervir en las teteras mientras el pan se cocía en los hornos de gas.

Si te gusta María Dueñas, Megan Maxwell, Paloma Sánchez-Garnica, Luz Gabás o Isabel Allende, disfrutarás con la saga Ojalá me ames.

Sonia Rosado (Madrid, 1976) es periodista y escritora. Trabajó como redactora y presentadora de informativos en la Cadena Ser de Getafe y del espacio cultural La Coctelera de Radio Fortuna de Leganés. También fue redactora de la web Universitas Digital de la Fundación de la Universidad Complutense de Madrid y jefa de redacción de las revistas C&E y Grazie Magazine. En la actualidad gestiona su tienda online y el grupo Escritores de Villaverde. Además es la fundadora de Corrección Literaria y organiza eventos culturales. Ha escrito el libro de relatos cortos OJALÁ ME AMES como apertura de esta saga familiar. También es autora del prólogo y del relato corto «La resurrección» de la nueva edición de la novela Insolación de Emilia Pardo Bazán.

SIGUE A LA AUTORA en @soniarosado.oficial y en su web soniarosado.com

AUTOBIOGRAFÍA

Sonia Rosado/

A diferencia de los congéneres puramente decorativos soy, dentro de la ciudad, un elemento semántico y productivo. Y además una anomalía en mi especie, porque no debería pensar y, sin embargo, pienso. Soy un trozo consciente de metal, de hierro fundido y forjado, arqueado, gris, desaliñado. Lo único hermoso en mí son mis ojos, pero yo no domino mis ojos sino que ellos me dominan a mí. Soy, en este sentido, «un», o mejor dicho, «una» autómata, pues, en el único acto de rebeldía que podía permitirme, he decidido «ser» en femenino. Soy una esclava más de un mundo pragmático, de un universo particular donde la mayoría de elementos, infraestructuras y construcciones obedecemos a un objetivo funcional: preservar el orden, la estabilidad y la evolución de nuestra ciudad.

Reconozco, no sin cierta desolación, que si todos despertásemos, nos rebelásemos y exigiésemos el derecho a elegir nuestro trabajo, quizá no habría seres como yo, y la circulación se convertiría en una vorágine desenfrenada. Es por tanto imperativo servir a la ciudad. Pero a la vez, llegados a un determinado punto, cuando los objetos despiertos lleváramos una cierta cantidad de años ejerciendo nuestra labor, pasado un tiempo, creo que ella debería servirnos a nosotros, permitiéndonos y facilitándonos ser quien de verdad queremos ser, evitándonos así la frustración que nos hace fallar o funcionar mal, o caer incluso en esa anarquía que nuestros creadores trataban de evitar.

Y es que yo no quiero ser un ente monótono que modifica su mirada al antojo de estrictas normas estipuladas. La falta de libertad me oprime, me ahoga, me devasta. Siento que me volveré loca, desordenada y caótica en un barrio pobre, viejo y destartalado, que me ha privado de una caja amarilla con botón.

Soy un espécimen obsoleto por derecho de nacimiento, con el dibujo de un peatón impasible, estático, yerto. Tampoco poseo avisador acústico ni contador. Soy por tanto un artilugio previsible y rutinario, que cada tres minutos exactos pasa del verde al ámbar, tonalidad que mantengo por escasos cuatro segundos antes de pasar al rojo por otros tres minutos más, y luego… nada, vuelta a empezar. Esa es mi vida, mi apatía y mi ruina, pues me consumo sin desarrollar mi creatividad, porque para eso he despertado, para crear.

Yo quisiera simplemente iluminar, y ser hoy una farola, mañana un faro, pasado una luz de Navidad. Quiero ayudar, quiero inspirar, quiero encenderme en medio de la oscuridad, ser compañera y amiga de las voces desesperadas a mi lado detenidas.

Quiero arrojar luz sobre los problemas y preocupaciones de la sociedad, y erradicar la pobreza, la ambición, el miedo, la ignorancia, el egoísmo, el egocentrismo y el insolidario individualismo.

Quiero ser una aplacadora de egos exacerbados, porque la exaltación de una radical individualidad es fuente de conflictividad. Pero si debo renunciar a mi esencia, desearía poder, al menos, ser fiel a mis pensamientos. Y como el egocentrismo es rojo, porque es lo que nos detiene, lo que nos impide avanzar, deseo que mi ojo encarnado dure lo que el ámbar, cuatro segundos, y que el ámbar robe al tiempo los minutos necesarios para instalar el verde en la eternidad, pues el verde es el equilibrio, la tolerancia, la sabiduría, el entendimiento, la esperanza, el progreso y la paz.

Es un sueño utópico, lo sé, jamás se cumplirá. Me lo dicen hoy mis átomos, que bajo la luz de una de esas farolas que tanto me hubiera gustado ser, agonizan tristemente antes de sucumbir a la muerte.

En la hora azul de esta otoñal e inhóspita ciudad, me derrito con la sangre suspendida en uno de mis ojos, pues el rojo se ha convertido en grana. Soy un semáforo durmiente frente a las infames hogueras ardientes de una desconocida Barcelona.