Muxes

«Muxe», adaptación fonética del vocablo español de «mujer», es como denominan los zapotecos a los indígenas de sexo masculino que asumen roles femeninos. El muxe es el tercer sexo de Méjico, reconocido ya en la época precolombina, y respetado en la familia tradicional, donde es considerado el mejor de los hijos, pues a diferencia de los heterosexuales, el muxe nunca abandona el hogar y es una inestimable ayuda para los padres.

Ser muxe es una dualidad. Puede adoptarse un rol u otro dependiendo de las circunstancias, puede ser que en ocasiones el muxe se vea como un hombre y en otras ocasiones como una mujer.

En los muxes me he inspirado para crear uno de los personajes más interesantes de mi novela La novia roja y el mal del Caribe.

Fotografía de Tim Walker para Vogue México, diciembre de 2019

Inspiración mexicana

Existe en México, en el estado de Oaxaca, una ciudad llamada Ixtepec, donde el 1 de noviembre, día de los muertos o Xhandú, se celebra con un festival de poesía, literatura, música, teatro, danza y fotografía. Toda una ofrenda cultural recogida este año, debido a la pandemia, en un libro titulado Biguié, que significa esencia, fragancia o aroma de flores; biguié es la ofrenda a los muertos, o los periodos de tiempo de la vida binnizá (zapoteca) registrados en su calendario ritual sagrado. En este proyecto, organizado y dirigido por el escritor Óscar Zárate, participan poetas, escritores y fotógrafos de Oaxaca, Baja California Sur, Ciudad de México, Yucatán y otros estados mexicanos.

BIGUIÉ, comienza relatando la historia del nacimiento de este festival que va ya por su sexta edición.

«Hace seis años se nos ocurrió hacer un encuentro poético en conmemoración del aniversario luctuoso de Alejandro Cruz Martínez, poeta jeromeño asesinado, e invitamos a amigos de la región a crear este espacio. El lugar fue en el Panteón municipal de Ixtepec, en un tanque de agua, a un costado de la sepultura del maestro Alejandro, armamos un escenario con tablones y encendimos más de cien veladoras que fue nuestra iluminación hasta la madrugada. Los vecinos nos obsequiaron tamalitos y café, el mezcal llegó solito, como el viento nostálgico de estas fechas, no paró la poesía toda la noche, llegaron dos compañeros de Alejandro y sorprendidos de conocer tantas voces nuevas celebraron con nosotros, cantándole al poeta chituguí. Así comenzó esta aventura, continuamos cada año, cada primero de noviembre con más invitados, todos hermanados en el arte. Se agregó la música, performance, danza, teatro, fotografía, y nuestro público creció. Nos preguntaban a qué hora comenzaremos, los tamalitos se acababan enseguida y el mezcal humedecía a la noche, que bajo el cielo y el huanacastle nos hacía eternos, una cita romántica con nuestros queridos muertitos.»

Y continúa con la poesía de Andrea Ek

 
 Recuerdo
 Las palabras se convierten en ceniza,
 Se esfuman contigo.
  
 No hay luz
 La luna:
 compañera nocturna,
  
 recolectora de lágrimas.
  
 Vida efímera,
 Recorrido de mi alma
 en los poetas;
  
 transición de la palabra
  
 en el viento que besa
  
 una mirada
 una sonrisa
  
 al atardecer